ೀ tartan clovers

VER. 5.1




i'm melody (also known as melo)
mexican. 29 de noviembre de 2003

manga/hwa/hua, writing, fictolover, japanese fashion, book journal, coding (noob) and programming ( + more )

Writings 'Tartan Clovers'

No busco que la historia de mi romance sea lineal y compleja. Sólo quiero interpretar escenarios, objetos, seres y atmósferas representativas y simbólicas que generen la identidad de mi relación. Aquí la perfección literaria no es prioridad, mi prioridad es contemplar, vivir y escribir para recordar, sin exigirme una trama morosa y elocuencia narrativa. ¡Feliz lectura!

«Pequeña óscar», San Valentín ( 11:52 AM • 23/02/25 )

«Desde hace dos semanas, mi compañera de clases de regularización, Vanessa,
ha estado apareciendo frente a mí con un disfraz diferente, sin explicación alguna.
Todos los malditos días, esto me molesta… ¿Qué demonios significa?»

Una broma de mal gusto.
Un pensamiento intrusivo.
Una actuación improvisada.

Son las posibles explicaciones que vienen a la mente de Vanessa para intentar contemplar con entendimiento la situación que se ha presentado ante ella. No puede creerlo. Por más esfuerzos que hace no logra cristalizar la reciente confesión amorosa de su compañera de danza folclórica: «Vane, tengo sentimientos románticos hacia Aomine Daiki». La cosa es que están en sus cinco sentidos. Y punto. No como en aquella ocasión donde ensayaron sus guiones y coreografías con vino real para encarnar con éxito sus interpretaciones.

——¿Qué? ——Es la única pregunta que sus sentidos logran articular. Yawara toma las manos de Vanessa, transmitiéndole la honestidad y vulnerabilidad de sus sentimientos. Vanessa acostumbra a hacer bromas y tontear con las expectativas de ser correspondido o rechazado, pero el floreciente enamoramiento de Yawara no da cavidad para chistes——. Permíteme dudar. En año nuevo me llamaste para decirme que te confesarías a Shoichi Imayoshi porque no querías tener arrepentimientos cuando se graduara. Sólo faltan dos semanas para…

——Eso era antes, ——protesta, indispuesta a que se evoque su anterior enamoramiento——, fue treinta minutos antes de año nuevo, una meta del 2008. Ahora es 2009, nuevo año, nuevas metas.

Yawara Honda es una especie de orgullo de plata del club de teatro de la Academia Tōō. Una mirada dulcísima, un mechón sobre la frente y un lunar intacto sobre el labio superior. Su dulce sonrisa le permite que le hagan caso sin protestar. El prestigio de estudiar en la Academia Tōō no solo se le otorga a sus habilidosos atletas, sino también a sus estudiantes artísticos más destacables. Yawara es otra cosa, posee una elocuencia culta y una elegancia cautivante, propio de una actriz prometedora a otokoyaku. Exhibe una extraña sabiduría sobre el amor y un fuerte sentido de la protección.

——¿Y qué harás? ——dice Vanessa, sin intentar debatir o cuestionar la lógica de Yawara.

——¿Estaría bien confesarme en San Valentín? Es una fecha que muchos aprovechan para declararse, ¿Me tomaría como una confesión más del día? Debo asegurarme de que mis sentimientos sean tomados en serio. ——Toma el libreto que estaba leyendo y lo guarda en su bolso. Vanessa no responde a sus preguntas, espera a que ella misma se las responda, como es habitual en sus momentos de dilema e incertidumbre——. Debería declararme en persona, percibirá un poco más de valentía en mí a diferencia de las demás chicas que se conformaran con escribirle una carta. Pero antes, debo asegurarme de causar una buena impresión desde el primer instante. ¿Qué opinas, Vane?

——Aún estoy procesando todo este asunto, no esperaba presenciar a una aspirante a otokoyaku enamorándose de un chico tan informal y descuidado ——responde. Toma el papeleo de su libreto y lo acomoda simétricamente dándole pequeños golpes sobre la mesa——. ¿Cómo planeas causar esa primera impresión?

——Investigaremos qué tipo de chica le gusta.

——Me suena a manada ——dice Vanessa, poniendo en claro su desacuerdo.

——Ya deberías saberlo. Son compañeros en las asesorías de regularización y últimamente he visto que se han vuelto más cercanos ——insiste. Vanessa vuelve a negarse y sugiere otras alternativas como preguntarle a Satsuki Momoi, la amiga de la infancia de Aomine Daiki. Comienzan a discutir, ninguna cede a la propuesta de la otra. Yawara respira hondo, dispuesta y preparada a utilizar sus habilidades de persuasión——. ¡Tienes que averiguarlo! O no podré hacer mi movimiento.

——No tengo tiempo para ello. Debo presentar un proyecto de investigación de tema libre para las asesorías, si lo fallo, seguiré siendo alumna irregular.

Continúan discutiendo hasta el final de la hora del almuerzo. Durante las últimas tres horas de clases, su discusión persiste en contrabando utilizando pequeños trozos de papel, gesticulaciones fáciles y bisbiseos. Comienza la habitual limpieza de las aulas, a Vanessa nunca le ha molestado llevar las bolsas de basura a los contenedores, pero ahora tiene a Yawara caminando detrás de ella, picoteando su hombro con insistencia. Vanessa lanza las bolsas al contenedor antes de mirar hacia el cielo y soltar un grito estruendoso y chillante.

——Excelente actuación, deberías utilizar ese chillido para una interpretación de María Antonieta. Te apruebo para ser mi musumeyaku ——dice Yawara, con un ligero tono bromista.

——¡No es un grito de tristeza, es de frustración! ¡Y no estoy interesada en María Antonieta, mis habilidades de actuación son para mi Óscar! ——Toma aire para serenarse. Guarda silencio para analizar por sí misma el asunto y encontrar una solución conveniente para ambas. Yawara mencionó que Vanessa y Daiki se han vuelto más cercanos en las últimas semanas, debe admitir que la presencia de Daiki ya no se siente tan distante como la primera vez que se conocieron, pero aún no está segura de mencionarlo a los demás como su amigo. Le parece más correcto considerarlo un compañero de asesorías interesante y agradable.

Contempla en sus memorias todos los momentos en donde diferentes chicas se acercaron a ella para hacerle exactamente la misma consulta: «¿Qué tipo de chica le gusta a Aomine Daiki?» La popularidad de Aomine Daiki parece no limitarse únicamente a la ser un excelente basquetbolista, el as de la Academia Tōō y antigua estrella de la Generación Milagro de Teikō; sino que también han encontrado en él una belleza propia y bien cuidada. Ahora ella comienza a entusiasmarse con la misma incógnita, le insatisface responder a preguntas interesantes con un «No sé».

Una idea viene a su mente, como un fulgurante trueno impactando contra su cabeza, aquella idea se extiende por todo su cuerpo provocando una inminente emoción ante lo que está por venir: «Creo que ya sé de qué tratará mi proyecto de investigación…» A ambas chicas les corre la ardilla en la misma dirección, la madre de Vanessa hizo una observación acertada al compararlas con las hermanas de «Los Horóscopos de Durango». Pasaron el resto del día empleando todo su razonamiento y talento en la realización de la poderosa solución que aliviará la inquietud de sus compañeras y la propia.

En la tarde del martes, después de clases, Vanessa camina con discreción por los pasillos de la institución, esquiva a los profesores y demás alumnos con movimientos astutos y cautelosos. Sube por las escaleras hacia la azotea, abre la puerta y ahí está, ni siquiera tuvo que inspeccionar la zona para encontrarlo. Se acerca a Aomine Daiki, quien se encuentra entregado a su propia cotidianidad y asilamiento.

——Hola, Aomine ——dice, le dedica una radiante sonrisa, ansiosa por su reacción. Está luciendo un coqueto vestido plateado, su diseño y confección basado en el estilo de Audrey Kathleen Ruston, una histórica estrella de Hollywood de los años 50s.

——¿Hoy tuvieron ensayos? ——Es la primera impresión de Daiki. Vanessa niega con un delicado movimiento de cabeza——. No me digas, ¿Satsuki te envió para intentar convencerme de ir a entrenar?

——Nada de eso ——responde, acercándose unos pasos más. Cada matiz en sus movimientos cae naturalmente como el fluir del agua, sabios, prontos y bien practicados, con intenciones de obtener una rección prometedora de su único espectador——. Haré mi proyecto de investigación aquí mismo y tú serás mi catador en las próximas dos semanas.

——¿Y qué tiene que ver eso con que vengas vestida así y traigas esa actitud de señorita de la alta sociedad? No te sienta para nada, por cierto. ——Las incongruencias de la situación comienzan a fastidiarlo, no le gusta cuando conspiran para engañarlo. Estaba a punto de rechazar su compañía y decirle que se fuera a molestar a otra persona con sus performances, pensamientos intrusivos que no controla o cualquier idea desequilibrada que tenga en mente; pero Vanessa le interrumpe primero.

——Mi tema de investigación será la historia del café en Latinoamérica y cuáles son las marcas que más se adaptan a los gustos de los japoneses. ——De su bolso saca un termo junto con un par de vasos desechables, mantiene su carácter sereno y los movimientos refinados. A pesar de la informalidad del ambiente, sirve el café como si sostuviera porcelana fina y delicada, sus manos ligeras y suaves, sin embargo, serenas y firmes.

——Eso sigue sin explicar por qué estas actuando de esa manera, ¿Y por qué debo ser yo quien pruebe tus bebidas de dudosa procedencia?

——Porque eres el único que no tiene nada qué hacer después de clases.

Ese comentario inyectó una gran dosis de derrota en el orgullo de Daiki. Normalmente, siempre haya como turbar los comentarios desfavorables que hacen sobre él, como un instinto, pero esta vez no haya cómo refutar la observación de Vanessa. Desvía la mirada, sería una doble derrota si Vanessa notara su frustración ante la incapacidad de tener el asunto a su favor.

——Bien, pero no prometo nada profesional, sólo diré si me gusta o no ——dice, intentando sonar desinteresado, aunque hay un sutil tono protestón que lo delata.

Lo que Aomine Daiki desconoce en estos momentos, es que ha firmado un contrato que lo condena a estar dos semanas en el centro del microscopio de un dúo de chicas firmes y dispuestas a resolver uno de los mayores enigmas de la Academia Tōō: «¿Qué tipo de chica le gusta al as del equipo de baloncesto, Aomine Daiki?»

No es una investigación ordinaria, nada relacionado a Daiki o Vanessa lo es. El cuarto de disfraces del teatro poco a poco se convirtió en una coqueta base de investigación: Las paredes tapizadas con una enorme colección de recortes de diversas revistas de moda, bases de datos en tablas y esquemas, montañas de papeleo que contienen los resultados de una ardua investigación sobre moda y subculturas; distinciones que pronto Vanessa les daría un día de existencia en su alma y corazón, transfigura su identidad usando sus capacidades actorales, poseída por la historia y la cultura de cada estilo.

Años 50s, animadora, Punk, Office Siren, Gyaru, Elegant Gothic Lolita, Hippie, Vaquera… cada identidad usada como una prueba silenciosa, un susurro de una incertidumbre que no puede ser consultada con palabras. Vanessa se asegura de observar y almacenar en su memoria cada expresión y movimiento de Daiki, con la confianza de que las modulaciones silenciosas de su rostro puedan contener revelaciones sobre lo que se está pensando. Observa con esperanzas de ver lo oculto, de penetrar en la mente de Aomine Daiki.

Falta un día para San Valentín, Yawara y Vanessa están encerradas en el circulo imperfecto de su universo óptico, atemorizadas ante una inminente derrota. Sólo tienen una última oportunidad, no hay cavidad para otro fracaso, rechazan finalizar otro día sin ver más allá de la actitud indiferente, apática y descuidada de Daiki.

Por si fuera poco, ambas acaban de ser sancionadas por la directora del teatro por desperdiciar sus talentos actorales en dedicarse a indagar en la privacidad de los demás, disfrazando esa actitud insolente de investigación escolar. Invadir el cuarto de disfraces, tomar prendas sin autorización… Esa no es la conducta adecuada para dos aspirantes a otokoyaku y musumeyaku.

La directora les ordena ir a la tienda de conveniencia para comprar bebidas.

——Al final no encontramos la respuesta ——dice Yawara, en un tono abatido.

——No nos benefició en nada. ——Caminan desoladas por los corredores de la tienda, arrastrando los pies——. Aomine cree que mi proyecto trata sobre el café, le hice tomar café todos los días y ahora le debo un favor. Gasté todos mis ahorros en comprar diferentes marcas para no arruinar la atmosfera y evitar que se sienta falso. ¡Nada me favoreció al final!

Las miradas de ambas chicas voltean de casualidad hacia el estante de revistas. Entregan su atención a una en particular: Una revista gravure idol. La modelo de la portada es hermosa, con sus facciones delicadas, el cabello hasta los hombros y una suave sonrisa. Seguramente ha provocado muchos suspiros de amor. No entienden cómo es que una apacible belleza de la madurez se limita a estar encerrada en la fotografía de una revista para adultos.

——¿Esas no son las revistas que lee Aomine? ——dice Vanessa. Se acercan al estante, toman la revista, abren una página al azar y se encuentran con la misma modelo, esta vez con una postura más provocativa, que resalta todos sus atributos, sobre todo los más íntimos. La lencería mantiene en suspenso la belleza de sus zonas más erógenas. Vanessa regresa la revista al estante, con el rostro tornándose en un carmesí intenso——. ¡No me voy a vestir así!

——¡Claro que no! Cálmate, solo era un vistazo…

——Sí, de todas maneras, ¿Con quién pensabas mostrarte vistiendo eso? ——La chica de la revista pasó de ser adulada a ser lanzada con fuerza de nuevo hacia su estante. Vanessa y Yawara voltean hacia atrás, se hayan de inmediato con la presencia titánica e imponente de Aomine Daiki, con su habitual semblante sereno y aburrido——. Ahora estoy convencido de que tu investigación nunca se trató sobre el café.

——Uh, ¡Qué casualidad! Justo estaba por comprar azúcar porque olvidé la mía en mi casa…

——No me vengas con tonterías ——interrumpe——. Fuiste a molestarme a la azotea, cada día, y me hiciste beber docenas de vasos de café mientras llevabas esos ridículos disfraces. Creo que merezco una explicación por aguantar tus payasadas.

Vanessa mira hacia Yawara, ambas tienen la misma expresión de vacilación. Sus habilidades de improvisación como actrices permanecen como un pimpollo incapaz de florecer como una solución para enfrentarse a este inesperado conflicto. Daiki las observa con aire interrogatorio y desengaño, sin darles de beneficio de tolerar otra mentira más.

——Bien, te lo diré ——dice Vanessa, con la voz temblorosa, pero resuelta. Sostiene la verdad en todo momento, generaliza con todas las chicas que se han sentido atraídas por él para evitar mencionar los sentimientos de Yawara. Su relevación es recibida con un intenso silencio y una mirada de reprensión.

——Qué ridículo, ¿Con qué cara venias a preocuparte por el tema de mi proyecto cuando el tuyo es una completa estupidez sin sentido?

——¡No es ridículo! ——dice Vanessa, dispuesta a defender las bases de su investigación——. Saber qué tipo de chica te gusta no es una cuestión aislada si consideramos la cantidad de chicas que les gustaría salir contigo, fuera y dentro de la academia. Por estadística, ya puede considerarse un enigma social y científico.

Daiki ahora está desconcertado, no encuentra motivos sólidos para que una investigación como esa pueda ser fuertemente defendida. Está convencido de que es una investigación tonta. Las personas que se entregan y comprometen a sus ideales siempre mueven una parte dentro de él.

——Una persona normal me lo habría preguntado directamente.

——¿Me habrías respondido? ——Vanessa mantiene un semblante serio y defensivo, se prepara mentalmente contra cualquier insulto o disensión. Daiki vuelve a estar atónito, detesta cuando los comentarios de Vanessa son acertados y demuestra tener el asunto a su favor. Le parece infame volverse predecible y fácil de dominar, y le parece doblemente infame no admitir que ha sido derrotado.

Cierra el puño para aplastar el envase vacío de su bebida y lo lanza sin vacilar hacia el bote de basura más distante, reafirmando su posición e imponencia como as de la Academia Tōō:

——No, no lo habría hecho ——responde, saliendo de la tienda.

Ambas chicas se sienten sobrevivientes del fin del mundo. Aún deben enfrentarse a las consecuencias impuestas por la directora del teatro, pero es mucho más tolerable ahora que su principal «víctima» se había enterado y reaccionado a la verdad del asunto. Para Yawara, era sólo un fracaso amoroso más, pero para Vanessa es una doble derrota. Ni modo, le tocó la de perder.

Es día de San Valentín, un evento con sus inocentes romances, y con devociones mundanas y bulliciosas. La academia ahora es un cuadro diverso. Ya no sólo son estudiantes rutinarios; abundan enamorados encantadores y amistades entusiasmadas, en los salones hormiguea el intenso aroma de los dulces y chocolates caseros.

Una extraña aura inoportuna contamina el romántico hemisferio que los enamorados han creado con su sombra animaría. Vanessa está curveada sobre su asiento, su cabello le cubre todo el rostro de todas las veces que ha cabeceado, en ocasiones, tiene que limpiar discretamente una fina hilera de saliva que se filtra por la comisura de sus labios. Intenta concentrarse en su cuaderno, pero es imposible tratando con las secuelas de su desvelo, mientras tiene a Yawara Honda en el asiento de enfrente mirando todas las cartas y chocolates que ha recibido.

——¿Quieres un dulce? Te dará energía. ——Vanessa lo rechaza——. Ahora me siento mal, pasaste toda la noche y la mañana elaborando una nueva investigación.

——No… ——balbucea. Con ambas manos amasa su rostro——… No, fui yo quien propuso investigar a Aomine Daiki. No imaginé que fracasaríamos, debí hacer una investigación extra.

——También es mía por estar desesperada y alentarte, debí ser más racional. ——Se levanta y toma el brazo de Vanessa——. Vamos, te llevaré a la enfermería, debes dormir al menos una hora. No podrás estar cabeceando camino a casa.

Vanessa accede. La desorientación y falta de raciocinio le provoca casi tropezar con sus propios pies. Yawara sostiene con firmeza los hombros de Vanessa, guiándola fielmente para evitar que estorbe o se estrelle contra estudiantes encerrados en su romanticismo fantasioso. Aún con la mirada aturdida, puede notar la característica cabellera rosada de Satsuki Momoi, su belleza siempre acaricia la sensibilidad estética de Vanessa. Es tan hermosa que conmueve.

Satsuki se acerca a ellas para saludarlas, la conmoción de Vanessa desaparece cuando nota el paquete de chocolates en sus manos, con la nota «De: Satsuki. Para: Vanessa». Al momento, Satsuki se transforma en una víbora que ha cazado a su víctima para inyectarle su mortífero veneno. Vanessa extiende sus manos para recibir el detalle y expresa su gratitud. Los detalles de la manualidad son habilidosos y bien cuidados, sobre los chocolates caseros… No se atreve a mirarlos, nada deseosos, el desmolde un fracaso y nulas habilidades en uso de glasé, al menos el hedor es tolerable.

Siente que sostiene entre sus manos un arma biológica mortal, la belleza natural de Satsuki nunca ha transcendido a sus habilidades culinarias. Satsuki Momoi es la única capaz de enfermar el saludable y poderoso cuerpo de Aomine Daiki.

——Es un hermoso detalle, Momoi, muchas gracias ——dice Vanessa. El tono amable de Satsuki le hace olvidar el desastroso resultado de su cocina, en cambio, se centra en apreciar los sentimientos que le han dedicado mientras preparaba su obsequio——. Siento no traer unos chocolates para darte, estuve muy atareada la noche anterior.

——Puedo notarlo, podemos salir de compras este fin de semana ——responde Satsuki. Con sus dos manos intenta acomodar el calamitoso cabello de Vanessa——. Oh, por cierto, Dai-chan me pidió que te entregara esto.

——¿Dai-chan…? ¡¿Aomine?! ——exclama, el sueño abandona sus sentidos y ahora una creciente curiosidad se apodera de ella. Satsuki le extiende una nota de papel doblada en cuatro, está mal arrancada y ni siquiera se tomó la molestia de alinearle los desgarres. Duda si debería abrirla frente a ellas, pero no sabría qué hacer si es una nota pidiéndole que nunca vuelva a acercarse a él. Respira hondo y la desdobla:

«Pequeña Óscar, me molesta lo impredecible, fastidiosa y distraída que eres,
pero no puedes entregar un proyecto de investigación incompleto.
Este es el tipo de chica que me gusta:»

El intento de una respuesta ilustrada. Analizan lo que cada trazo intenta decir: Es una chica de la misma escuela, el cabello suelto, dividido a la mitad; pestañas abundantes pero moderadas, en su mano parece sostener su propia nota de papel… Las tres chicas reflexionan en sus memorias, buscan en sus recuerdos a la chica misteriosa que Daiki ha intentado caracterizar utilizando sus inexistentes habilidades artísticas. Vanessa nota el punto en el cuello, le recuerda a su lunar. El aire abandona sus pulmones y las piernas se debilitan. Se coloca de cuclillas con las rodillas unidas, mantiene la mirada en el suelo mientras sus manos le sostienen la cabeza.

Inverosímil.
Sería mucha casualidad si fuese un trazo que se le ha colado.
Imposible.

Cada vez se hace más pequeña, desesperada por reprimir la euforia que ha despertado a las monarcas que revolotean en su estómago, el color de este sentimiento floreciente le ilumina el rostro y una tierna llovizna le humedecen las manos. En esa nota está la declaración de amor más bella, breve y sabia; sabia por ser más que la simple enunciación de un sentimiento que reventara como el sonido de una campana que resuena en los ecos de una montaña distante.

——Quizá despierte más energética si hoy intento dormir en la azotea…

Poema, Rin (@/RooksLover) ( 5:53 PM • 06/01/25 )

✿ Notas: Este es un poema que recibí el 5 de enero del 2025, escrito por Rin (@/RooksLover). Fue una gran sorpresa cuando se contactó conmigo para decirme que había escrito este poema para practicar su inglés. También escribió: «Los veo como un amor que calma al otro y los nutre con dulzura, son como las olas del mar. No sé si alguna vez fuiste a la playa... Pero el mar tiene un sonido muy lindo y tranquilo, las olas son muy hermosas también (por más fuertes que sean). Así los veo». Es una preciosa perspectiva, me alegra mucho que mi relación y mi sitio sean apreciados. <3

Beneath the heavens vast and gray,
Where dreams and shadows waltz and sway,
There bloomed a love, so fierce, so rare,
A tether born of tender care.

Daiki, bold as storms that roar,
A tempest bound by strength and lore,
Met Melody, a whisper's grace,
A quiet star in endless space.

She saw beyond his guarded fire,
The depths of pain, the buried mire.
He felt within her gentle gaze,
A solace soft, a guiding blaze.

Their souls entwined, a sacred thread,
A bond where words need not be said.
For every scar he dared to show,
She wove her love, a healing glow.

And in her light, he found his rest,
His heart laid bare, his fears confessed.
She knew his storms, his wild despair,
Yet held him close with tender care.

For her, he stilled his roaring sea,
To cradle love so wild, so free.
Her melodies, a quiet stream,
That calmed his rage and shaped his dream.

Together, like the earth and sky,
They wove their bond, no end, no why.
Their love a hymn, a vow, a flame,
Forever one, yet none the same.

And those who watched, in hushed delight,
Would see their souls in shared flight,
A tender dance, a timeless art,
Two lovers bound by beating hearts.

For Daiki and his Melody dear,
Their love endured through doubt and fear.
A harmony, divine, profound,
In every moment, love was found.

«Sos hermosa…», (@/udorotanu) ( 2:51 PM • 28/11/24 )

✿ Notas: Este escrito no fue hecho por mí, fue un regalo de cumpleaños de Sunny (@/udorotanu). Leo este escrito todos los días, es la luz del faro que me calma en medio de una tormenta de incertidumbres. Siempre estaré profundamente agradecida con las personas que le dedican tiempo y talento a mi 'yume'. Nunca me imaginé que sería bien recibido por la comunidad.

El sonido suave y constante de una respiración llenaba el silencio, deslizándose sin permiso por los oídos del estudiante. Con la mirada perdida, observaba de forma perezosa el mundo que se desplegaba a su alrededor, como si fuera un paisaje distante, ajeno. Su mente flotaba, desconectada de lo que otros podrían llamar “rutina”.

Las clases habían terminado hacía ya un rato, aunque para él nunca comenzaron realmente. Su atención, dispersa y errante, se negaba a aterrizar en la monotonía del aula. No era un día cualquiera. No podía serlo, aunque se esforzara por aparentar lo contrario.

Era sencillo esconder lo que sentía, al menos cuando ella no estaba. Su ausencia creaba un vacío que era más fácil de ignorar. Pero ahora estaba allí, a su lado, y su mera presencia lo arrastraba de nuevo al torbellino de emociones que intentaba evadir.

Ella dormía, ajena al peso que su cercanía tenía sobre él. Su respiración, tranquila y despreocupada, llenaba el espacio como una melodía suave, tan propia de ella que casi parecía intencionada. Él se permitió una pequeña sonrisa, una que no necesitaba testigos. Era sorprendente cómo, incluso en ese estado de inconsciencia, ella conseguía que su esencia brillara.

A veces, envidiaba la facilidad con la que ella destacaba por sobre el resto de los demás. A veces, sentía que era un simple mortal con mucha suerte de tenerla cerca. A veces, desearía que nadie más tuviera ese privilegio.

Se perdía en imaginaciones, fantasías tan vagas como el movimiento de ese vagón que los transportaba a casa. No llevaban mucho viaje, pero poco a poco todos los demás pasajeros iban abandonando los asientos, dejando a esos dos totalmente solos. No era casualidad, le gustaba creer eso.

Necesitaba creerlo para juntar algo de valor a su lado.

Con cuidado, deslizó las manos hacia el bolsillo de su abrigo, aquel que formaba parte del uniforme que ambos llevaban. Ese uniforme, con sus líneas impecables y colores apagados, era una especie de lazo silencioso que los unía. Sin embargo, ahora tenía un propósito más noble: abrigar a la "bella durmiente" que descansaba a su lado. Ella, en su estado de ensueño, se movía de vez en cuando, y su cabeza chocaba suavemente contra su hombro, arrancándole una mezcla de ternura y nerviosismo.

De aquel bolsillo emergió algo pequeño pero vibrante: un brazalete de colores vivos, casi tan vivos como ella. Las cuentas brillaban bajo la luz tenue del atardecer, cada una un reflejo de la chispa que ella llevaba consigo. No era cualquier accesorio. Había sido su idea, un regalo pensado con más cariño del que jamás admitiría en voz alta.

Había intentado hacerlo él mismo, pero sus esfuerzos siempre terminaban en desastre: perlitas desparramadas por el suelo e hilos rotos en sus manos torpes. No era un artesano, no al menos en ese sentido. Finalmente, tuvo que recurrir a la ayuda de unas amigas lejanas, quienes con paciencia y habilidad lograron dar forma a su visión. Aunque el brazalete no llevaba su huella directa, sí contenía algo mucho más valioso. Su intención, su tiempo y un anhelo silencioso de hacerla sonreír se veían volcados en cada detalle, en cada piedra que resonaba en su mano mientras tímidamente colocaba el brazalete alrededor de su muñeca.

——Feliz cumpleaños, Melo. ——murmuró Daiki con cuidado, temiendo interrumpir el sueño encantado de su compañera. Su voz apenas rompió el silencio, un susurro que cargaba todo el afecto que no sabía expresar en palabras más grandes. No quería despertarla, no después de un día tan largo para ella. Se conformaba con imaginar la sorpresa en su rostro cuando notara el pequeño regalo.

«Seguramente no se dé cuenta hasta la mañana siguiente», pensó, mientras una sensación de tranquilidad lo envolvía. El ritmo constante del tren y la suave presencia de Melody a su lado parecían invitarlo a rendirse ante el cansancio. Cerró los ojos, dejando que el sueño lo reclamara, confiado en que todavía tenían varias estaciones por delante antes de llegar.

Pero Melody no estaba tan dormida como él creía. Entre respiraciones simuladas y movimientos calculados, había escuchado cada palabra. Sus labios formaron una sutil sonrisa, imposible de reprimir. El brazalete, el tono dulce de su voz, la intención detrás de todo... era imposible no sentirse conmovida. Fingir su descanso había sido un juego divertido, pero ahora, más que nunca, se sentía agradecida por su torpeza.

Daiki dormía ya, ajeno a su pequeña victoria. Melody dejó escapar una risita casi inaudible antes de acomodarse mejor contra su hombro. Quizás, sólo quizás, dejaría que él creyera que su reacción sería una sorpresa al amanecer.

«Leche de Lavanda» ( 11:24 PM • 08/11/24 )

Deambulando por el jardín secreto de mi corazón, donde mi alma respira la esencia a lavanda que transmites. Regando, nutriendo y cuidando.

Como una suave brisa, te calmaré. Como una suave llovizna, te limpiaré. Como flores delicadas, embelleceremos. Nuestra paz nos espera en la sutileza. Con paciencia, nuestro pequeño jardín crece. No necesita ser visto ni felicitado con modestia, sólo pide amor de su cuidadora, porque no puede florecer sin ella, amor tan verdadero y absoluto con el que luego encontraré alegría al vivir mi realidad.

«Mirando tu perfil…» ( 6:07 PM • 04/11/24 )

A través de los largos pasillos, un encantador laberinto de rollos de tela, vendedores y clientes, donde el aire se espesa con el fragante aroma de la tela recién fabricada. Un lugar donde la moda y la historia se entrelazan como hilos, tejiendo un tapiz de delicados estampados elegantes y encajes que difuminan las líneas entre pasado y presente, realidad y fantasía.

Los clientes se mueven como piezas de «serpientes y escaleras», sus miradas calculan cada material como tesoros potenciales. Satsuki Momoi observa entre enormes edificios de hilos crochet, sopesando mentalmente el coste y el valor de cada uno, eligiendo con cuidado cuál de esos productos tendría la suerte se convertirse en una coqueta bufanda para su amado Kuroko Tetsuya.

Estaba acompañada de su amigo de la infancia, Aomine Daiki, pero el desinterés del chico le hace parecer una clienta solitaria más. Aomine no está interesado en lo más mínimo en esta cultura. Para él la tela es, bueno, tela. No es una pieza de museo, ni un artefacto religioso.

Y, sin embargo, bajo la superficie de esta indiferencia hacia este vibrante mercado colorido, acecha una tensión oculta, una lucha por comprender la imagen que su mirada se ha encontrado de casualidad:

Vanessa se encuentra al otro extremo del pasillo, observando los conjuntos delicadamente colocados sobre los maniquíes, mientras que otros se pliegan pulcramente sobre las mesas, anhelando ser descubiertos por su próxima poseedora.

Sus ropas se pierden en medio de ese mar de estampados tártan, como una delicada danza pintada por Gustav Klimt. En este momento, lo único que Aomine tiene de ella es la imagen de su perfil: sólo la está mirando.

Una imagen que no puede tocar. No se atreve siquiera a hacer un gesto que pueda delatar este extraño placer que ha vandalizado el lado izquierdo de su pecho. La mirada de Aomine se posa sobre el perfil de Vanessa y lo toca con dedos de lana a través de las telas que la rodean. No sabe si le fastidia, no sabe si le encanta. De lo que está seguro es que, a partir de este momento, al único santo que le rezará será a la virgen que cuelga de su cuello.

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