tartan clovers

VER. 5.1
  • i'm melody (also known as melo) mexican. 29 de noviembre de 2003
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    Bienvenidos al espacio más personal de esta sección. Aquí desarrollo pensamientos sobre mi relación, mi experiencia en la comunidad 'yume' o simplemente cómo vivo mi día a día. Si alguna vez se requiere, colocaré una advertencia de contenido en caso de que hable de temas más sensibles. Siéntete libre de llevarte algo cuando te vayas, una experiencia que pueda acariciar tu alma digital.

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    La decepción no mata, enseña ( 2025/12/10, 06:43 PM )

    Spirits - [ The Strumbellas ]

    He estado llorando mucho últimamente, me tranquiliza darme cuenta de que ya no me reprimo. Antes me aterraba no poder encontrar un consuelo que fuese capaz de tranquilizar mis incertidumbres complicadas de satisfacer debido a mi escepticismo; después me di cuenta de que el único consuelo que necesito es validar mi propia tristeza de la misma forma en la que me importan las tristezas de los demás.

    Después de diez meses de actividad, cerré «Tartan Clovers Club». El parlamento de dopamina generada por el logro personal decidió revocar de mi sistema la emoción de recibir nuevas solicitudes, la preocupación de haberme equivocado con los datos y el compromiso a cambiarlos. Comencé este proyecto sola y ahora lo concluyo sola, y con estar sola no me refiero a distanciarme como hacen los gatos antes de morir o estando sentada en una banca esperando el amanecer; es una soledad en la que se disipa de mi sistema la constante intranquilidad de no saber qué ocurre con los miembros, complacer sus necesidades, tranquilizar sus inquietudes y depender de su emoción por pertenecer a lo que he construido. Es una soledad que me permite concentrarme en mi propia autenticidad, no hacer de mi valor una herramienta para satisfacer las expectativas de los demás e identificar con quiénes vale la pena aclarar suposiciones erróneas sobre mí, mi trabajo y las decisiones que tomaba durante la extensión y desarrollo de «Tartan Clovers Club».

    Mi sitio web me permitió canalizar mi tendencia a complacer a los demás. En una cultura colectiva en donde las apariencias y la formalidad definen el nivel de respeto que tu entorno te ofrecerá, ser fieles y genuinos a nosotros mismos se etiqueta como un error que debe corregirse a través de la adaptabilidad forzada al comportamiento socialmente aceptable. Por años, parecía haberme encerrado dentro de una caja de madera construida con paciencia, confianza, optimismo y perseverancia; hecha para ofrecerme una salida emocionalmente satisfactoria para evitar el impulso de sentirme necesitada, útil y validada.

    Me mantuve aislada dentro de esa caja por tanto tiempo que, cuando por fin acumulé la suficiente valentía para asomarme fuera de ella, ya estaba a merced de la tormenta; los portazos y las olas en la cara se hicieron más ruidosas y más dolorosas. El agua que escupía, con su sabor a crueldad, frustración, humillación y deshumanización; el ardor en los ojos y la intensidad de los vientos, se convirtieron en un recordatorio de lo desagradable e inútil que soy frente al complejo paradigma de integración social. Con la erosión comencé a verme de formas distintas. Sé, a nivel intelectual y de autoconciencia, que estas correlaciones no son ciertas, lo que sí es real, son las consecuencias que trae someterse a ese estilo de vida.

    Quizá estoy exagerando, pero es que hoy no amanecí muy budista para soltar filigranas literarios más abrazables para quien se interese en leer mis porquerías quejumbrosas de clase proletaria.

    Es necesario reconocer los gratificantes resultados de mi esfuerzo por mantenerlo confortante y funcional; busqué y ejecuté mi propio método para que el concepto de «Tartan Clovers Club» valiera la pena en sí mismo; pero su repentina popularidad no sólo trajo más trabajo, también hizo de mi estancia ahí más incómoda, débil y deshumanizante. Mi club al principio era mi premio de consolación, como si intentase remediar un error o sanar un trauma guiado por una devastadora red de normas y justificaciones internalizadas e invisibles que desafían la lógica racional. Se volvieron más presentes y visibles las dinámicas parasociales como juicios no solicitados, acoso, y otras cosas para las que no estaba preparada. Mi sistema para afrontarlo fue volviéndome evasiva, lo que me hizo aparentar que soy inaccesible, como si de repente ahora fuese un «estabón importante» para la comunidad. La verdad, es que simplemente imploraba que mi vieja caja volviera a ser segura, pero todos esos choques ya la han deformado, la tapa de me cubría y protegía ya no encaja en ella, y me costó mucho aceptar que nunca volverá a hacerlo. Con el tiempo, incluso me volví incapaz de responder a los comentarios de apoyo y de dinámicas más amistosas.

    No puedo permitir deshacerme en lágrimas debido a esto. Las lágrimas provocadas por la inquietud de no poder encontrar la distancia entre la disensión colectiva y la miseria individual son deformadas en una fuerte trampa adhesiva. Las personas que tropiezan en ella se vuelven víctimas de mis dramas y de los constantes pretextos para postergar la vida. Una trampa letal y silenciosa que les roba días, semanas, meses, años… esperándome.

    Deglutir esta experiencia me ha ayudado a ser más autoconsciente de los espacios y situaciones que me ofrecen comodidad, o estoy dispuesta y preparada para involucrarme, con o sin expectativas.

    Siendo sincera, no quiero cerrar «Tartan Clovers Club» de forma permanente, quizá lo haga volver algún día, exactamente como lo conocieron, porque no quisiera que al volver se convierta en un espacio desconocido para quienes me han acompañado en su creación y crecimiento; pero necesito un poco de tiempo para recuperar la autoestima, la tranquilidad y la humanidad que perdí en consecuencia de mis propias acciones. Fallé como 'webmaster', no nada más hacia los miembros, sino también hacia mí misma, al no priorizar mis valores y motivaciones.

    Quizá esto último sea un poco confuso para los lectores, espero que llegue a las personas correctas y lo entiendan: Yo te perdono, y te pido perdón. Lo hago porque tengo que seguir viviendo, siento que últimamente no lo he hecho lo suficiente. Viviré, tú también hazlo, aunque sea sólo un día más.

    Gracias por leer. XOXO, Melo.

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